¡La felicidad de los niños es como agua de manantial: puro, claro y cristalino!
¡Adultos, aprendan de los niños!
Tomemos ejemplo de los niños, que hacen amistad sin nunca haberse visto antes. Se unen, juntan sus juguetes, y comparten los mismos juegos. Crean su proprio mundo y viven felices como dioses.
Los adultos, no. Quieren monopolizar los juegos, tomar para sí los juguetes de los demás, ser los dueños del mundo, y cada cual transformarse en un dios.
Haría falta que los niños nos enseñaran: “Adultos, no se apeguen a las tonterías. Dividan sus cosas y multipliquen sus alegrías. Vivan sin rencor, sin disputas mezquinas. Vean en la pequeñez de los niños la grandeza de los sentimientos.”
¡A los hombres tal vez les falte volver a ser niños y reaprender con ellos, que están en armonía, en amistad, el verdadero sentido de la vida!
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1. Quien en su juventud ofende y contraviene a sus mayores, ¿qué podrá esperar de los jóvenes cuando envejezca?
2. Extrema tus precauciones con quienes te conocen y alguna vez fueron tus amigos. Los amigos que se convierten en enemigos son doblemente peligrosos.
3. Para caminar hacia un buen porvenir, no hay que dejar rastros de errores o engaños en el presente. Tenlo muy en cuenta, para que cuando llegues al futuro no te veas condenado por el pasado.
Inácio Dantas
(del libro “Lecciones de Sabiduría”)
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